Instrucciones: Después de haber leído este artículo contesta la pregunta que se presenta a continuación
¿Se puede reconocer a un
ganador una vez que ya logró el éxito?
Es fácil identificar a un atleta
consumado después de que se obtiene una medalla de oro o un trofeo importante.
A un empresario triunfador se le reconoce cuando lanza éxitosamente un nuevo
producto o servicio, cuando adquiere una nueva empresa, realiza una ampliación
productiva o después de revisar sus balances favorables y estados de pérdidas y
ganancias.
Desafortunadamente, no existe forma de
medir éxito empresarial, por ello es que difícilmente se puede catalogar quién
es más o menos exitoso. Esto significa que no tenemos un perfil del empresario
triunfador; no hay características únicas.
Los buenos empresarios vienen en
formatos diferentes, distintos tamaños y presentaciones: algunos son
introvertidos, otros extrovertidos, los hay educados y sin educación formal;
muchos son carismáticos e inteligentes, mientras que otros no saben articular
diez palabras seguidas. Los hay católicos, protestantes, judíos y ateos.
La historia de cada uno de ellos es
diferente. Algunos empresarios ganadores se iniciaron en la escuela primaria,
intercambiando y coleccionando estampas, otros en sus tiempos de juventud y
algunos al momento de su jubilación.
Hay empresarios triunfadores de todas
las nacionalidades; los árabes tienen fama de serlo, pero también existen
chinos, israelitas, hindúes, descendientes de españoles y mexicanos.
Algunos están felizmente casados, hay
quienes siguen rehuyendo al matrimonio, otros se han casado cuatro veces;
muchos son jóvenes, otros tienen cien años. Hay gordos, flacos, calvos,
bigotones, altos y chaparros. El factor común es ser triunfador.
Un profesor de psicología de una de
las universidades más prestigiadas de Estados Unidos publicó los resultados de
un estudio sobre la trayectoria de mil importantes empresarios estadounidenses.
Después de cuarenta años de investigación, llegó a la conclusión de que la
única manera en que se puede distinguir a un empresario triunfador del fracaso,
es observando las empresas exitosas que aquél ha fundado, adquirido y
consolidado.
No existe un paquete de reglas que nos
diga cómo llegar a ser un empresario triunfador, pero en cambio se propone un
conjunto de “mandamientos” infalibles para perder y nunca llegar a ser un
hombre de empresa ganador. Siendo fiel a estos ordenamientos se fracasa
irremediablemente y se condena al “infierno de los perdedores”. Estos son los
diez mandamientos diabólicos, que sí los cumplen serán juzgados como
empresarios sin vocación y hombres de negocios perdedores y serán condenados al
infierno eterno en donde expían sus culpas aquellos empresarios que nunca
realmente llegaron a serlo.
1.
No
tomarás riesgos.
2.
Te
conformarás sobre todas las cosas.
3.
Dejarás
que la investigación, el tiempo y los expertos tomen decisiones.
4. Encontrarás una fórmula para el éxito que nunca cambiarás.
5.
Esconderás
tus errores.
6.
Buscarás
el status antes que nada.
7.
Tendrás
mucho miedo al fracaso.
8.
Te
concentrarás en tu competidor y olvidarás a tu cliente.
9.
Pensarás
a corto plazo; buscarás siempre la utilidad fácil y del día.
10. Buscarás dinero sobre
todas las cosas.
México tiene una gran necesidad de
hombres de empresas exitosas, que no sigan estos consejos. La sociedad, como un
todo, debe ayudar a formarlos, defenderlos, mejorarlos y contribuir a su
triunfo, porque ellos son indispensables en la generación de fuentes de
trabajo, bienestar y riqueza. Definitivamente el empresario es motor de la
economía mexicana y el futuro de México está íntimamente vinculado al de la
libre empresa.