viernes, 30 de agosto de 2013

Los 10 mandamientos del evil-entrepreneurship

Instrucciones: Después de haber leído este artículo contesta la pregunta que se presenta a continuación
¿Se puede reconocer a un ganador una vez que ya logró el éxito?
Es fácil identificar a un atleta consumado después de que se obtiene una medalla de oro o un trofeo importante. A un empresario triunfador se le reconoce cuando lanza éxitosamente un nuevo producto o servicio, cuando adquiere una nueva empresa, realiza una ampliación productiva o después de revisar sus balances favorables y estados de pérdidas y ganancias.
Desafortunadamente, no existe forma de medir éxito empresarial, por ello es que difícilmente se puede catalogar quién es más o menos exitoso. Esto significa que no tenemos un perfil del empresario triunfador; no hay características únicas.
Los buenos empresarios vienen en formatos diferentes, distintos tamaños y presentaciones: algunos son introvertidos, otros extrovertidos, los hay educados y sin educación formal; muchos son carismáticos e inteligentes, mientras que otros no saben articular diez palabras seguidas. Los hay católicos, protestantes, judíos y ateos.
La historia de cada uno de ellos es diferente. Algunos empresarios ganadores se iniciaron en la escuela primaria, intercambiando y coleccionando estampas, otros en sus tiempos de juventud y algunos al momento de su jubilación.
Hay empresarios triunfadores de todas las nacionalidades; los árabes tienen fama de serlo, pero también existen chinos, israelitas, hindúes, descendientes de españoles y mexicanos.
Algunos están felizmente casados, hay quienes siguen rehuyendo al matrimonio, otros se han casado cuatro veces; muchos son jóvenes, otros tienen cien años. Hay gordos, flacos, calvos, bigotones, altos y chaparros. El factor común es ser triunfador.
Un profesor de psicología de una de las universidades más prestigiadas de Estados Unidos publicó los resultados de un estudio sobre la trayectoria de mil importantes empresarios estadounidenses. Después de cuarenta años de investigación, llegó a la conclusión de que la única manera en que se puede distinguir a un empresario triunfador del fracaso, es observando las empresas exitosas que aquél ha fundado, adquirido y consolidado.
No existe un paquete de reglas que nos diga cómo llegar a ser un empresario triunfador, pero en cambio se propone un conjunto de “mandamientos” infalibles para perder y nunca llegar a ser un hombre de empresa ganador. Siendo fiel a estos ordenamientos se fracasa irremediablemente y se condena al “infierno de los perdedores”. Estos son los diez mandamientos diabólicos, que sí los cumplen serán juzgados como empresarios sin vocación y hombres de negocios perdedores y serán condenados al infierno eterno en donde expían sus culpas aquellos empresarios que nunca realmente llegaron a serlo.
 1.   No tomarás riesgos.
2.   Te conformarás sobre todas las cosas.
3.   Dejarás que la investigación, el tiempo y los expertos tomen decisiones.
4. Encontrarás una fórmula para el éxito que nunca cambiarás.  
5.   Esconderás tus errores.
6.   Buscarás el status antes que nada.
7.   Tendrás mucho miedo al fracaso.
8.   Te concentrarás en tu competidor y olvidarás a tu cliente.
9.   Pensarás a corto plazo; buscarás siempre la utilidad fácil y del día.
10. Buscarás dinero sobre todas las cosas.


México tiene una gran necesidad de hombres de empresas exitosas, que no sigan estos consejos. La sociedad, como un todo, debe ayudar a formarlos, defenderlos, mejorarlos y contribuir a su triunfo, porque ellos son indispensables en la generación de fuentes de trabajo, bienestar y riqueza. Definitivamente el empresario es motor de la economía mexicana y el futuro de México está íntimamente vinculado al de la libre empresa.